"(...)Renunciar a la propia comodidad personal puede ser una de las tareas más difíciles a las que nos podamos enfrentar y para ganar esa pelea tendremos que sentir rebeldía interior y también un descontento creciente, porque a quien se encuentre a gusto o habituado o con sus necesidades medianamente cubiertas, le resultará dificultoso encontrar el impulso para moverse de donde está.
Habrá que notar la silla incomoda, como decía Franklin, porque si bien en la comodidad no se hallan dificultades ni problemas de ningún tipo, tampoco nos permite desarrollarnos, ni crecer, ni superarnos, además de no encontrarse nunca en ella los mejores sueños."
Coincido: la zona cómoda, paradójicamente, es absolutamente incómoda y frustrante. Pero salir de ella implica riesgos desconocidos, mientras que allá ya creemos saber lo malo que nos puede ocurrir. Es como decir: si no me muevo, no va a pasar nada peor que esto. Es cuando el hartazgo personal llega a superar el miedo a los riesgos desconocidos que nos atrevemos a movernos. Gracias por el espacio, Valen! Pablo
ResponderEliminarUn placer Pablo! Bienvenido sea ese hartazgo personal, lo viví de forma intensa, y sin dudas es el motor que nos ayuda a arrancar de una buena vez para hacer todas aquellas cosas que nunca nos permitimos hacer por miedo a no saber qué consecuencias pueden acarrear. A poner manos a la obra! Cariños.
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